sábado, 28 de mayo de 2016

Modificando el cuerpo: Trepanaciones

Por ‘trepanación’ conocemos la retirada de secciones de hueso del cráneo con un instrumento llamado trépano (del griego trypanon –perforador-). 
Es posible que se realizara desde el Neolítico, de hecho se han encontrado restos de cráneos trepanados de este periodo y del Mesolítico en Europa y Asia. Incluso hoy día se sigue realizando en algunas culturas africanas y más allá en la vida moderna y “racional” hay una corriente que ha defendido la auto trepanación como procedimiento místico y simbólico.
No siempre los orificios en los cráneos son debidos a trepanaciones también pueden ser causados por infecciones, tumores, fracturas, daño en las excavaciones, erosión selectiva o masticación y trituración realizada por animales carnívoros tras el fallecimiento. La diferencia de los orificios debidos a una trepanación es que cuando se practican en vida hay signos de regeneración ósea.
El primer cráneo prehistórico con una trepanación fue descubierto en 1685 en Cocherel, Francia. En 1868 Prunières descubrió más de 200 cráneos, algunos de ellos con orificios de tamaño variable, en la región de los dólmenes megalíticos de granito de Lozère. Más tarde se descubrieron en el siglo XIX otros cráneos trepanados del Neolítico en España
El explorador y diplomático norteamericano Ephraim George Squier (1821-1888), observó un cráneo inca trepanado procedente del cementerio inca del Valle de Yucay, en casa de la señora Zentino, una dama de la alta sociedad de Cuzco. En 1865 presento en Nueva York el cráneo en la Academia de Medicina, donde concluyeron que el orificio se había realizado en el individuo vivo. Fue asesorado por Paul Broca (1824-1880), fundador de la Sociedad de Antropología de París, famoso por descubrir la localización cerebral del lenguaje y la dominancia hemisférica, quien afirmó hasta que habría sobrevivido dos semanas. Desde entonces, creció el interés por las trepanaciones precolombinas. El cráneo de Squier se ha datado entre 1400 y 1530 d.C.
En la actualidad, se cree que la trepanación en el Neolítico tenía un fin curativo. 
Existen hoy más de 1.500 cráneos trepanados en especial en las regiones del Este de Europa. En el Neolítico, el sílex era el único material adecuado para realizarlas; la técnica más común en Europa era el raspado longitudinal (90% de los cráneos), para hacer un orificio en forma oval, o el raspado circular una variante del anterior. 
Existen descripciones en la medicina grecorromana, de Hipócrates (460-355 a.C.), de Celso en la primera mitad del siglo I y de Galeno a finales del siglo II d.C., que la recomendaban para las fracturas con hundimiento y para traumatismos cerrados, aunque no fue una práctica rutinaria. Existen otros registros de trepanaciones aisladas durante la Baja Edad Media, el Renacimiento y el siglo XVI.
Aunque menos frecuente que en América del Sur, se han encontrado trepanaciones en los restos funerarios de las culturas maya en Chichén Itzá (Yucatán), Palenque (Chiapas), Monte Albán (Oaxaca) y Uaxactum (Guatemala). 
En México la técnica empleada fue raspar el hueso con un cincel de sílex, obsidiana o hueso o con láminas de bronce, para producir una abertura circular. Otro método era raspar hasta conseguir cuatro pequeños surcos que se ahondaban hasta conseguir una incisión cuadrangular. También se hicieron trepanaciones mayores perforando orificios pequeños en un patrón circular hasta conseguir cortar el hueso circular; esta última técnica se reduce casi a las culturas mesoamericanas. 
En relación a América del Sur, existen más de 2.000 cráneos trepanados en los museos arqueológicos de Perú y Bolivia de hace más de 2.500 años. Las principales técnicas de trepanación precolombina desarrollada por los sirkaks o cirujanos se desarrollaron en las regiones de las culturas paracas, nazca, ica (costa centro-sur de Perú), mochica, huari y chimú, que practicaron la trepanación antes que los incas. 
El procedimiento básico consistía en desprender el cuero cabelludo, limpiar la herida y retirar la parte ósea afectada. Se realizaban una serie de incisiones redondas o cuadrangulares en uno o varios huesos del cráneo, sin que afectara al cerebro o a las meninges. Los cuchillos ceremoniales en forma de T, los tumis, se empleaban para cortar y abrir el cuero cabelludo, reservando los instrumentos de obsidiana y pedernal para cortar y perforar el cráneo. También con cuchillos se elevaba y retraía el hueso trepanado; después se colocaba una lámina de oro recubriendo el hueco y vendándolo. Se describen tres tipos de trepanaciones: cuadrangular, circular y cilindrocónica. Para realizar la trepanación hay cuatro métodos: la incisión circular, el raspado, los cortes transversales y paralelos y la perforación o trepanación per se. 
Frecuentemente los instrumentos eran cortantes, como cuchillos, tumis y sierras, y de percusión, como escoplos, martillos, trépanos y otros instrumentos en forma de cincel hechos de metales, como oro, plata y cobre. Los cuchillos eran de obsidiana y de sílex o pedernal, materiales muy duros. Se han encontrado agujas metálicas de sutura junto con hebras de algodón en lugares funerarios. Los trépanos de obsidiana o sílex perforaban la calota craneal mediante técnicas de rascado y perforación, y giraban alternativamente en uno y otro sentido a partir de un centro, para así conseguir orificios cónicos de bordes regulares y tamaños diversos. 




miércoles, 11 de mayo de 2016

Modificando el cuerpo

Desde etapas remotas el hombre ha modificado la normalidad de su cuerpo. 
A través de sellos de cerámica, figurillas, cráneos, dientes y relatos de cronistas, los cuales nos hablan del cómo, cuándo, quién porqué y a quiénes las realizaban.
La pintura corporal y el uso de adornos constituyen la manera más primitiva de alterar la realidad corporal, después fueron comunes las escarificaciones y tatuajes, la deformación de la cabeza y el limado e incrustación dentaria.

1. Deformaciones cefalicas.
Los orígenes de ésta práctica no se conocen; hay evidencias de ella en América, Asia, Europa y África. Se puede realizar en niños muy pequeños, por la naturaleza del hueso en crecimiento. Utilizaron dos tipos de aparatos deformadores: cunas o aparatos cefálicos, o ambos, primero el uso de cuna y después la colocación de un aparato cefálico cuando podía caminar.
Los aparatos cefálicos fueron de varios tipos, en el México prehispánico, lo común fue el uso de dos tablillas, una anterior y otra posterior, fijas con cuerdas o vendajes menos frecuente fue el empleo de las cunas. La realizaban las parteras o las madres de los niños.
Las razones pudieron ser ornamentales, embellecimiento, jerarquía social, distinción entre grupo o etnias, para parecer más fieros durante las guerras, y quizás más tarde por mera costumbre estética.

2. Modificaciones dentarias.
El limado e incrustación de los dientes, sobre todo de los anteriores (incisivos y caninos) fue otra práctica muy común. Las hipótesis nos plantean que pudieron haber sido un medio ornamental, un rito de iniciación (extracción de un diente) o una expresión de duelo.
Esta modificación cultural fue practicada con mayor frecuencia por los hombres y en la vida adulta. Las piezas más elaboradas son de la zona maya.

3. Cambios secundarios.
La deformación cefálica provocó cambios estructurales no sólo de la región posterior de la cabeza, sino también en la región facial. Las alteraciones de las órbitas provocaron el estrabismo. Éste no se debe, a la colocación de un pegotillo entre los ojos que era la interpretación clásica, sino que es consecuencia de la alteración ósea.
Los dientes, por el limado practicado, alteran la oclusión y tienen asimetrías.
La alteración de los lóbulos de las orejas, ya sea por perforación o distensión dilata el lóbulo pudiendo romperse e interferir en la audición.
En los labios la colocación de objetos pesados provoca tracción hacia delante y abajo, reducción del espesor y hasta su rotura, dejando expuesta la arcada dentaria. Incluso finalmente la dificultad de ingerir alimentos y articular sonidos labiales.

Imágenes de cráneos mayas e incrustaciones dentarías mayas. Yucatán.